Te he amado a lo largo de cada estación,
a lo largo de cada palmo del día, cada
metro de la noche,
que he desperdiciado, solo.
En la oscuridad, he yacido despierto,
llenando las horas con el sonido de tu
voz,
la imagen de tu cuerpo, hasta que el
deseo habita dentro de mí.
Tu mero recuerdo despierta mi carne,
lleva canciones
a mis piernas, que están entumecidas
sin ti.
Sin ti, vivo empobrecido.
Por eso grito en la oscuridad: «¿Adonde
te has ido, mi corazón?
¿Por qué has abandonado al que podría
enseñarle ardor al sol?
¿Quién es más fiel de lo que es el alba
al día?»
No oigo ninguna voz amada y sé, demasiado
bien, cuan solo estoy.
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