martes, 2 de noviembre de 2010

Relato de Una Chica

Les dejo dos mini relatos de una chica, que en efecto soy Yo, espero lo disfruten!!!

Everyday is magid ...Keep dreaming .

Aly

Cuando coinciden las miradas

De verdad me sentía sola.

La última vez que me atreví a  hacer algo como escribirle una carta a un chico, recuerdo que era cuando creía que aún era inmadura. Hacerlo ahora ¿me convierte de nuevo en una chiquilla? No lo creo. Ya que en un tiempo anterior las consecuencias de un acto como este, no me traería la congoja y preocupación de ahora. ¿por qué no podía ser honesto? ¿por qué no podía pronunciar las palabras que acabarían con el sufrimiento que con tanto esfuerzo intentaba no causarme? Al apretar el botón de enviar. No había modo de regresar. Era un sábado por la noche.

Durante el fin de semana bloquee mi mente a pensar en ello. Las ocupaciones y la reunión familiar fueron justas para evitarlo. El lunes llegó.  Los nervios se hacían presentes en cada vuelco de mi estómago y en las constantes palpitaciones de un corazón que sólo esperaba no ser destrozado. Pero ¿ qué es peor que ser destrozado? La indiferencia y el silencio. Lo odie más que de costumbre. No era un odio puro ya que se trataba de la constante disputa que sufría mi ser en ese momento, amor y odio luchaban día a día en una guerra interminable, una guerra donde no se buscaba un pacto sino la destrucción de alguno de los dos sentimientos.

Justo cuando evito mi mirada el odio se apunto una victoria. 

¿Realmente pasó? Evito mirarme. Genial. Sentía el odio bullir en mi interior, incapacidad para dejarlo de querer, tortura de no querer perderlo. A veces cuando sucedían este tipo de episodios me culpaba constantemente por haber hecho algo malo, siempre he sido buena cargando las culpas. Comprender, me llevo más de un año. La culpa no era mía pero claro que para él es mucho más fácil decir que yo soy la responsable, no asumir que se alejo para no quedar nunca mal. Él se considera perfecto, los chicos perfectos nunca son odiados, sólo amados. Nefastamente, pertenezco a la segunda categoría. Tal vez no lo amo, pero si entro en una subcategoría que se lee: “Te quiero incondicionalmente”. Claro, esa subcategoría en la que no nos gusta encasillarnos pero que es irresistible, por más idiotas que sean los queremos y su misma idiotez se vuelve el alimento de nuestro “querer”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario